Las emociones son una serie de predisposiciones biológicas para la acción. Son impulsos que nos mueven. La información genética de cada persona, el ambiente, la cultura, las experiencias cotidianas y repetitivas irán modelando ese equipaje genético para definir nuestras respuestas y manifestaciones.
Es importante reconocer que las emociones son una herramienta para la vida, la manifestación, intensidad y duración es diferente en cada persona. Las emociones básicas son: Ira, miedo, sorpresa, tristeza, asco o disgusto y alegría. Las emociones ocupan un lugar central en la vida de los seres humanos. Primero somos seres emocionales y luego racionales.
Al nacer nos vinculamos a través de un lazo afectivo adulto-infante. La comunicación emocional es el corazón de este vínculo, las miradas, las palabras, las caricias, satisfacer las necesidades físicas a través de dedicar tiempo y tener disposición para vincularse emocionalmente con el bebé. Las y los bebés sienten estrés, por el hambre, por el frío o la incomodidad, llegan a sentir ansiedad si la persona con la que se vincula no está cerca o desaparece por tiempos prolongados.
La expresión de la seguridad, la angustia, la separación, dependen del tipo de vínculo o vínculos que hayan construido en estos primeros años con los adultos cercanos. Estas primeras experiencias influirán en la forma en la que aprenderán a expresar y regular sus emociones.
La propuesta pedagógica Montessori propone que las niñas y niños desde el nacimiento sean tratados con respeto permitiendo que expresen sus necesidades, gustos e intereses. Cada día tienen la oportunidad de sentir un poco de estrés, miedo, alegría, disgusto. Eso los va formando, las pequeñas dosis son importantes para aprender a gestionarlas.
Es importante validar y nombrar las emociones, no calificarlas como buenas o malas, todas son necesarias. Dar libertad a las NNYA de expresarlas, ayudarles a gestionarlas, esto se hace sobre todo con el ejemplo, la madre, el padre, abuelos, tíos, los profesores o Guías que están a su alrededor son un ejemplo constante, una fuente de información para entender sus emociones y gestionarlas.
Por ejemplo:
- Tienen una tortuga en casa y por alguna razón muere, las personas adultas temen hablar de la muerte y no quieren que la niña o niño sufra, entonces compran otra tortuga y la reemplazan. Evitan la experiencia que les puede ayudar a manejar la tristeza, el dolor de la pérdida.
- Compran en el parque un globo con helio, la niña o niño está feliz y de repente se le escapa el globo, llora, se frustra y las personas adultas llegan a comprar otro de manera inmediata para que no llore. Que llore, que viva la pérdida o la frustración, son dosis pequeñas que puede aprender a gestionar.
Sabemos que las niñas, niños y adolescentes (NNYA) son personas importantes, valiosas, únicas, irrepetibles. Están en desarrollo, es un proceso donde maduran y adquieren habilidades motrices, emocionales, sociales y cognitivas. También sabemos que son inteligentes y capaces de tomar decisiones de acuerdo a su edad, experiencia y conocimiento. Estos últimos elementos les dan una forma particular de pensar y de interpretar su realidad. También tienen una lógica diferente a la del adulto.
A los NNA se les exige que “actúen con madurez, que entiendan y que comprendan”, cuando en realidad su inmadurez no les permite actuar como el adulto espera. Otras veces se les sobreprotege, pensando que no son capaces de hacer las cosas por sí mismos. La falta de conocimiento y sensibilidad en el desarrollo lleva a los adultos a caer en conductas negligentes, acciones correctivas, violencia física o verbal.
Maria Montessori observó a principios del siglo XX que la acción llamada educativa estaba dirigida a que los niños y niñas se adaptarán al mundo adulto basándose en el sometimiento y la obediencia (que conduce a la negación de sí mismo) y estaban expuestos a juicios y castigos. Estamos ya en el siglo XXI y en algunas familias la situación continúa igual.
Para los adultos solo son evidentes los esfuerzos y toda la energía que expresan los NNYA para defenderse: los llantos, los gritos, los caprichos, la timidez, la desobediencia, las mentiras, la rebeldía. Se comete el error de considerar estos medios de defensa como si fueran los rasgos esenciales de su carácter o personalidad.
TODAS LAS EMOCIONES ESTÁN PERMITIDAS, APRENDEMOS A REGULAR LAS ACCIONES PARA EXPRESARLAS.