El temperamento es una forma básica en la que un individuo reacciona ante los estímulos o ante las experiencias. Se nace con un temperamento, es una característica que hace especial a cada persona, tiene que ver con la forma de recibir, percibir y procesar los estímulos externos.
Hay personas que son alegres, activas y se adaptan fácilmente a las diferentes situaciones. Otras personas, se molestan, se incomodan fácilmente o son observadoras, tranquilas y tardan un poco más en adaptarse a las situaciones nuevas. Algunos y algunas tienen menos tolerancia a la frustración, en fin, cada persona es diferente y para conocer a tu hija o hijo debes observar y conocer su forma de ser para poder acompañarla o acomunarlo.
Te brindamos unos tips para que conozcas más a tu hija o hijo:
- Su nivel de actividad, se mueven mucho, pasa de una actividad a otra, es de menos movimiento, sedentaria/o, etc.
- Antes de actuar, observa si es atrevida/o o extrovertida/o.
- ¿Cómo es la intensidad en la expresión de sus emociones? Es explosiva/o, tranquila/o, contiene sus emociones, etc.
- La regularidad en sus actividades y en sus hábitos (sueño, apetito, juego, etc.), ¿son predecibles o impredecibles?.
- La sensibilidad ante los estímulos físicos (luz, ruido, texturas, sabores, etc.), ¿cómo es?
- Acepta y se adapta con facilidad a situaciones nuevas o evade y rehuye ante situaciones y personas nuevas.
- Actúa con tenacidad, insiste a pesar de los obstáculos o se frustra y lo deja.
Esta información te ayudará a conocerlo o conocerla, no es necesario buscarle una etiqueta o clasificarlo, simplemente aceptarlo.
Además, hay que tomar en cuenta el temperamento de mamá, papá o los adultos cercanos e importantes. La forma en la que se relacionan los temperamentos determinará la calidad de la relación. El conocimiento, experiencia y madurez que el adulto tiene, le permite ser comprensivo y puede adecuarse a la forma en la que su hija o hijo responde ante las experiencia de la vida.
Las madres y los padres pueden acompañar a sus hijas e hijos a partir de conocer y entender cuál es el temperamento que tienen, sin etiquetar, solo entender y respetar la forma en la que se relaciona y actúa.
El temperamento es una base de comportamiento, pero es a partir de los vínculos afectivos que se construyen en la infancia, el orden y la estructura en la satisfacciones de las necesidades y en las actividades cotidianas que se va transformando el temperamento, formando el carácter y la personalidad. Las experiencias repetitivas, la familia, el contexto emocional y social van a conjugarse para que el individuo perciba el mundo y reaccione ante él o ella.
Si la niña o el niño es reservado, tímido, ante nuevas situaciones, dale su tiempo. Déjala/o que observe, evita empujarla/o o juzgarla/o por no querer convivir, permite que poco a poco se integre, que siga su ritmo. Si la o lo llevas a diferentes lugares y situaciones nuevas, le ayudarás a que con el tiempo adquiera mayores habilidades sociales. Él o ella encontrará su propio ritmo.
Si tu hija o hijo reacciona con intensidad ante un malestar, hambre o sueño, hay que ser pacientes, entender que lo que sienten es real y les incomoda, trata de contener y proteger con paciencia y amor. La regularidad en horarios y actividades puede ayudar y conforme van creciendo se les va haciendo esperar un poco más, para que aprendan a tolerar.
Las expectativas que el adulto hace de los infantes puede llegar a estorbar, hay una gran variedad de reacciones ante los estímulos del exterior, permite que tu hijo o hija se exprese y poco a poco aprenderá a regularse, es cuestión de tiempo, madurez y un acompañamiento cálido y respetuoso. La mejor forma de proteger es aceptarlos como son.
Cada persona es única y maravillosa.