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Sobre el amor a las hijas e hijos

Es importante recordar que las y los infantes no nacen vacíos o moldeables, cada uno trae consigo un potencial para desarrollar y expresar, además de un temperamento particular. Las experiencias repetitivas que viva en la infancia le ayudarán a autoconstruirse y expresar lo que son

El adulto se anticipa, imagina y crea expectativas. Antes de nacer ya están imaginando cómo será el bebé  físicamente, después imaginan cómo será cuando camine, cuando hable, cuando entre a la escuela y así sucesivamente.  El adulto vive en el futuro y olvida disfrutar el presente. 

Las madres y padres que tienen muchas expectativas respecto a sus hijos e hijas, deben hacerse responsables de ellas, porque son del adulto, a veces son las cosas que quisieron hacer y no pudieron o las cosas que quisieron tener y no les dieron. Por lo general las expectativas no están basadas en lo que los infantes son, en sus cualidades, gustos o preferencias. 

Cuando tus expectativas están en primer lugar ocupas el tiempo y la energía en lograr que tu hija o hijo hagan lo que tú quieres, de la forma en la que tú piensas que es la correcta. A veces acabas perdiendo la paciencia corriges y quieres moldear su forma de ser y actuar, esperando que sean personas inteligentes, tranquilas, obedientes, creyendo que “sabes lo que les conviene”. Las expectativas pueden deformar el amor que sientes.

El amor se expresa con atención, cuidado,  paciencia, orden, estructura, dedicación de tiempo y disposición emocional para tratar de entender.

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Las niñas y niños tienen mucho qué hacer para adaptarse y aprender, por eso tienen mucha energía y la necesitan para poder construir conocimiento, para adaptarse a la familia y al mundo que les rodea, entender el idioma, la cultura, las reglas. El papel de adulto es estar cerca, observando, proporcionando un ambiente seguro, en donde se puedan mover con libertad. Confía, permite que establezcan su ritmo para actuar, respeta su forma de hacer las cosas, date la oportunidad de aprender de ellas y ellos. 

El amor moldea la forma de tratar a los niños y niñas, cuando llega a mal entenderse el amor puede obstruir el desarrollo a partir de brindarles muchos estímulos o brindar ayuda cuando  no lo necesita o cuando sobreproteges, evitando que aprenda o cuando corriges conductas que no realiza para molestarte. Las y los niños son insistentes, persistentes y tenaces, tienen mucha energía, estas son cualidades que necesitan para crecer, aprender y madurar. Algunos adultos llegan a interpretar que son latosas/os, necias/os, voluntariosas/os, berrinchudas/os.  Enfocar la mirada desde un ángulo positivo y propósito puede ser más útil.

La madre y/o el padre amoroso observa las actividades de  su hija o hijo, observa su desarrollo, le proporciona lo necesario y brinda ayuda cuando ellos o ellas lo solicitan.

Observa a tu hija o hijo, aprende a leerlo, lo que le gusta, lo que no le gusta, lo que le calma, lo que le da miedo, síguela, acompáñalo, protégela y permítele explorar y aprender. 

Moldear, forzar, castigar, encontrar sus defectos y remarcarlos, ¿será una forma de amar?

El ritmo para hacer las cosas y aprender es diferente en los niños y niñas que en el adulto, entonces llega a pasar que el adulto se desespera y su impaciencia interfiere en las actividades de los niños y niñas. 

Pongamos un ejemplo:

Le dijiste que para bajarse de la cama suelte primero el libro, ella bajó de la cama con el libro entre las manos, perdió el equilibrio y rompió una hoja. Te enojas, regañas, das un juicio de valor a su persona, “tonta, desobediente”. Se van a equivocar, están aprendiendo. Todos los seres humanos a cualquier edad aprendemos lentamente, hay que hacer pruebas para equivocarse y volverlo a intentar, se desarrolla perseverancia. El error es parte del aprendizaje. La soberbia del adulto creyendo que las cosas que le pide a las niñas o niños son fáciles le hace actuar con desesperación y puede llegar a agredir. 

Hace falta gestionar el amor para tener paciencia, para observar,  para valorar los pequeños y los grandes logros, para que las palabras que utilicemos sean las adecuadas. El adulto que ama, aprende a separar sus temores y frustraciones de lo que es su hija o hijo en realidad

Los niños y niñas no nacen sabiendo mentir, lastimar, manipular, todo eso se aprende de las relaciones que establece con los adultos que le rodean. En la infancia y la niñez necesitan ser queridos/as, aceptados/as, respetados/as, para aprender a quererse, aceptarse y respetarse.

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Si la función de la madre y el padre es acompañar y preparar a las hijas e hijos para que no los   necesiten, entonces  es importante que descubran quiénes son, qué les gusta y que aprendan a resolver las situaciones que se les presenten. Para esto se trabaja cada día, cada palabra, cada actitud abona para ese proyecto. Cómo le hablas, cómo le corriges, cómo le invitas a hacer algo y más

Las palabras construyen realidades, habla con respeto, cariño y paciencia. 

El amor se expresa con palabras y acciones
Se puede transformar la forma de expresar el amor a las hijas e hijos.

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¿Cómo apoyar la creatividad y la imaginación?

La principal función de nuestro cerebro es garantizar la supervivencia de nuestro organismo, por tanto, la creatividad es una condición humana que nos permite encontrar soluciones, formas de avanzar y de aprendizaje.

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