La frase “la educación empieza en casa” tiene un significado y perspectivas muy amplias; desde los valores y conocimientos que se enseñan en la casa, hasta lo que los padres y madres hacen que pueda influenciar en el comportamiento de los niños y niñas. De una manera u otra, todo inicia en casa.
Todo lo que ven, se les enseña y les transmite de manera directa o indirecta tiene un efecto palpable en la valoración propia del niño/a y sus habilidades de autorregulación.
Por ello, es importante conocer cómo son los hijos e hijas y la manera en la que reciben los mensajes, demás de las enseñanzas: ¿en qué se fijan?, ¿cómo lo interpretan? o ¿con qué constancia?
Las madres y padres como ejemplo de los niños
Los infantes son investigadores por excelencia; sienten curiosidad, buscan explorar, conocer sobre diferentes cosas y adquirir conocimientos propios basados en la experiencia. Lo que observan llega a generar un sentimiento de interés por descifrar qué es, lo que hace y de qué forma lo hace.
Esta misma curiosidad despierta de manera consciente o inconsciente cuando los pequeños y pequeñas observan lo que su padre o madre hace o dice, quizá no hagan preguntas para conocer las razones que fundamentan las acciones de los adultos, pero si puede que imiten sus actividades para identificar aquel factor que impulse a que hagan o digan algo.
Los niños y niñas desde temprana edad, prestan atención; estos deben de tener cuidado con las actitudes y actividades que son demostradas a sus hijas o hijos.
La autorregulación en los niños y niñas
La autorregulación es la capacidad de responder a demandas actuales con emociones que denotan tolerancia y flexibilidad. De la misma manera, es el proceso de observar, evaluar y modificar las reacciones emocionales. Una mala autorregulación lleva a los berrinches, gritos y enojos.
Estas emociones y formas de reaccionar son primeramente enseñadas de manera indirecta en casa; un claro ejemplo de esto es el uso del celular.
El uso de la tecnología
El uso de la tecnología, como el celular, es muy común en la vida adulta, pues negocios y relaciones son realizados a largas distancias; de la misma manera son utilizadas con fines académicos y de mero entretenimiento.
Sin embargo, cuando los hijos e hijas notan que su mamá o papá se encuentra mucho tiempo en el móvil; desean conocer qué es lo que están viendo o haciendo. Puede que en muchas ocasiones deseen darle a los niños o niñas sus dispositivos móviles en casa, restaurant, o reunión para que estén calmados y eviten hacer escándalo.
El problema surge ya que cuando se les expone por periodos muy largos y recurrentes a las pantallas, los y las peques se vuelven cada vez más dependientes de éstas y esto evita que autorregulen sus reacciones y actitudes. A esto hay que agregarle que la mamá o papá tiende a dar el ejemplo de estar conectados a un dispositivo móvil, llegando a perjudicar en la madurez emocional del infante.
Las hijas e hijos en sus edades más tempranas tienden a sentir un interés por conocer todo lo que los rodea; inclusive lo que su mamá o papá realiza, cuando estos tienen conductas que se repiten (como estar mucho tiempo usando un dispositivo móvil) es muy posible que también repliquen estas actividades y en muchas ocasiones, incentivan esto prestando los móviles a sus niños o niñas.
Hacer esto es perjudicial para su autorregulación e inteligencia emocional para reaccionar a la falta de algo que desean, mas no necesitan.