La educación es un proceso constante de aprendizaje que promueve el desarrollo individual y social a través de la presentación de la realidad. Para María Montessori el propósito de la educación es desarrollar las potencialidades humanas, promover la cooperación, igualdad, solidaridad, la libertad y la paz .
¿Para qué la educación? Para formar personas completas, que desarrollan sus habilidades, qué encuentren satisfacción en lo que hacen, con el fin de entender y transformar la realidad.
Escuela y familia educamos para no ser necesarios, preparamos a las niñas, niños y adolescentes para que sean capaces de resolver lo que se les presente, que aprendan a diferenciar entre lo que les conviene y lo que no. Ayudan a poner los cimientos, luego un andamiaje, un puente que les ayude en las diferentes construcciones que harán en la vida, pero deben saber cuándo quitarlo, cuándo dejarlos para no obstaculizar o estorbar en su desarrollo.
Sabemos que existen tantas escuelas como realidades posibles, pero la pregunta que hay que hacerse es: “¿cuál es su función?” Informar, enseñar, educar, instruir o domesticar. La escuela puede ser un espacio para observar, experimentar, que promueva la reflexión, que invite a disfrutar del conocimiento y el trabajo. Pero también puede ser un lugar en donde limiten sus intereses o los obliguen a memorizar ciertos aprendizajes, a seguir programas que no tienen que ver con sus necesidades o intereses. Hay escuelas que a través de las calificaciones clasifican y llegan a determinar a las personas haciéndoles creer que son regulares, excelentes o deficientes. Promueven la competencia, los premios y los castigos.
La familia debe cuestionar qué es lo que quiere para el presente y el futuro de sus hijas e hijos, buscar un trato digno y respetuoso para ellos ante todo, luego lo referente al aprendizaje, tomando en cuenta las necesidades de acuerdo a su edad, madurez y habilidades. El aprendizaje se funda en el interés, la curiosidad y la emoción.
Visita la escuela, habla con las personas que la dirigen, con la profesora o profesor que estaría con tu hija o hijo. No te guíes por la experiencia de otras familias, cada una es distinta y las niñas y los niños también lo son. Vive tu propia experiencia, lleva a tu hijo/a a visitarla, escucha su opinión, tómala en cuenta, pero en la infancia y niñez quien toma esa decisión son los adultos.