Educar es volver a vivir. Las madres o padres se conectan con su adolescencia. Sin embargo hay que tener presente que no estás viviendo tu adolescencia, estás acompañando a tu hija o hijo adolescente.
La forma en la que los adolescentes se perciben a sí mismos y la forma en la que los padres los perciben, puede ser contradictoria. Muestran indiferencia y desapego ante el amor de los padres, pareciera que no les interesa, pero sí lo necesitan. Quieren libertad y autonomía, al mismo tiempo, necesitan de la presencia y estabilidad de sus padres. Se sienten inseguros y perdidos, pero no quieren pedir ni recibir ayuda.
La relación de las madres y padres con los adolescentes, cambia, es diferente a la relación que tuvieron en la infancia y la niñez. Puede ser difícil, porque está lleno de contradicciones:
- Son críticos y emiten juicios ante sus padres y madres.
- Se muestran menos amables y disciplinados.
- Viven más estrés, presión y disgustos.
- Es posible que se presenten peleas, gritos, llanto, azote de puertas, son reactivos e impulsivos; recuerden que es parte de la adaptación a las nuevas condiciones de vida.
- También es posible que se presenten problemas alimenticios, abuso de alcohol, drogas, ausentismo escolar, conductas desenfrenadas.
Navegarán entre la obediencia y la desobediencia, entre acatar reglas y llevar la contraria. Recuerden que las áreas encargadas del auto-control, el juicio, las emociones, la organización, se ven afectadas y terminan de madurar durante esta etapa.
Mamá y papá, no están en un concurso de popularidad, no se preocupen por agradar, no se limiten por no hacer enojar, no quieran ser sus amigos.
- Hay que ser claros, firmes y constantes con los límites y las reglas.
- Regular el uso de computadoras, celulares, salidas, dinero, amigos.
- Aceptar el cambio, aceptar la definición de su personalidad y de su sexualidad.
- Vivir y transitar por el duelo de perder a la niña o niño que te admiraba, que te creía, que te imitaba. No caer en la confrontación.
- Propiciar cierta libertad para experimentar, probar y aprender.
- Aceptar los cuestionamientos, para que consoliden su propio sistema de creencias.
- Respetar su intimidad.
- Promover el diálogo y la negociación. Hazle sentir que gana de vez en cuando.
- Cada situación de crisis, puede ser una ventana de oportunidad, de intervención para mejorar.
Los adolescentes, se mueven entre la necesidad afectiva y la irresistible necesidad de distanciamiento.
Las madres y padres pueden sentir miedo.
- De lo que pueden encontrar o lo que puedan enfrentar fuera de casa.
- De lo que quieren experimentar, se muestran atrevidos y audaces.
- De las diferentes facetas que muestran, a veces totalmente contrario a lo que es la familia.
- Miedo a que pronto no te necesiten.
- Es posible que el comportamiento del adolescente decepcione el ego de los padres o madres, porque no cumple tus expectativas. Recuerda que está cumpliendo o probando las suyas.
El miedo hace que los padres actúen fuera de control, o queriendo controlar todo, sin embargo los adolescentes necesitan espacio, privacidad y confianza.
Es posible sentir frustración, impotencia, ira, todas las emociones están permitidas, las acciones están limitadas, cuida lo que dices y lo que haces.
Quiérele cuando menos se lo merezcan, porque será cuando más lo necesiten.