¿No sabes cómo poner límites a tu hija o hijo adolescente? ¿No sabes cuándo la libertad podría ser demasiada, ocasionando que las cosas se salgan de control? Si eres madre o padre de un adolescente es perfectamente normal que sientas dudas y temor acerca de este tema.
Durante la adolescencia nuestros hijos e hijas comienzan a trabajar muy intensamente en la definición de su personalidad. No solo les inquieta saber quiénes son o qué quieren de la vida (a su juvenil manera, porque evidentemente esto es una aspiración que se va perfilando con la llegada de la adultez). También les interesa diferenciarse, hacer valer su opinión y ser tomados en cuenta.
Sin embargo, una de las cosas que tiene que aprender el adolescente es que todas sus acciones tienen consecuencias y que la búsqueda de la individualidad no es la excepción.
Promoviendo una independencia consciente
La independencia es la base de la libertad. Hay que promover que los adolescentes se hagan cargo de sus necesidades personales y que tengan responsabilidades de acuerdo a su edad.
Realizar actividades, satisfacer sus necesidades y sentirse capaces, son algunas de las cosas que promueven dignidad y autoestima. El joven debe entender que detrás de cada elección hay una responsabilidad que tiene que ver con nuestro criterio y punto de vista.
Para elegir hay que conocer. La libertad que nos provee nuestra capacidad de elegir está relacionada con el poder de pensamiento y de razonamiento. Precisamente por esto, la libertad es uno de los principios fundamentales de la pedagogía Montessori.
Educando para la libertad
En nuestra escuela y muy especialmente en la Secundaria Montessori, entendemos que cada persona tiene una forma de sentir, pensar y actuar diferente a la de los demás y permitimos que estas diferencias se expresen de un modo edificante y saludable.
Todo lo que que ayude al ser humano a “ser” es una educación para la libertad. Sabemos que nadie puede ser libre si actúa en contra de sus propias convicciones y en contra de su propia vida.
Entonces, para ser libres hay que ser independientes. Esa independencia recae en el desarrollo y fortalecimiento del criterio del adolescente. Saber lo que conviene y lo que no conviene, los hace personas mucho más conscientes y responsables.
Se promueve una libertad con límites y muy especialmente con responsabilidad. Los límites se convierten en marcos de referencia para saber hasta dónde se puede llegar. En pocas palabras, sirven para autorregularse.
Si estas normas y limitaciones se establecen con claridad, sencillez y se mantienen firmes, el adolescente puede orientarse con ellos. Es muy posible que los cuestione y los transforme, y esto no tiene por qué ser un problema. Finalmente se está expresando desde su criterio y opinión.
El papel del adulto es ser flexible y promover la negociación, entendiéndola como parte del proceso para fomentar el desarrollo de personas libres y responsables.
La libertad se conquista a través del amor propio, trabajando, esforzándose y siendo flexibles.
Ser libre es hacer lo que es bueno para ti y para los demás.
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