Cuando los niños se comportan mal es muy fácil reaccionar con frustración, resentimiento o incluso enojo porque los berrinches suelen suceder en los momentos menos indicados, no cuando estamos tranquilos y con la mente despejada.
Seguramente te ha sucedido que estás a punto de hacer algo importante como irte al trabajo corriendo para alcanzar alguna cita o simplemente cansado de jugar en el parque y listo para ir a casa con tu hijo cuando percibes un comportamiento inadecuado de él.
Nuestra reacción inmediata a estas situaciones suele ser impulsiva y de reclamo, sin embargo, esto puede llegar a confundir más al pequeño. Bajo el método Montessori se propone una manera de manejar esto y es de lo que hablamos a continuación.
Qué hacer cuando un niño se comporta mal
El primer paso para aprender a manejar el enojo de los niños es reconocer que hay muchas cuestiones internas que están influyendo en nuestra reacción. En lugar de reaccionar basándonos en nuestras propias emociones, podemos tomar un momento para considerar las necesidades de nuestro hijo en ese momento.
Este momento de análisis puede servir también para reducir nuestro propio enojo interno y mostrarnos más comprensivos, una frase que debemos repetirnos a nosotros mismos es que solucionar las necesidades de nuestro hijo es más importante que cualquiera de nuestros propios problemas y de no hacerlo se volverá una bola de nieve cada vez más grande.
Asimismo, es importante que los niños estén conscientes que sus malas acciones tienen consecuencias y esto no se refiere a castigos físico, sino a diferentes acciones correctivas que vienen del rompimiento de acuerdos previamente establecidos.
Hay que recalcar que los acuerdos son importantes para ambas partes, si acordaron jugar por una hora en el parque y repentinamente decides que deben irse antes, lógicamente el niño se molestará. No obstante aún si se siguieron las pautas establecidas y el chico se sigue comportando inadecuadamente, es necesario atender el problema.
De dónde viene el comportamiento anormal
Cuando los niños están más chicos, es muy fácil determinar la causa del mal comportamiento en cuestiones como la falta de sueño o hambre, pero si estamos conscientes que estas necesidades se han suplido, lo más probable es que el mal comportamiento sea una llamada para fortalecer la conexión con los padres.
En este sentido es muy importante no confundir los términos “conexión” y “atención”. Durante mucho tiempo se asoció el mal comportamiento de los niños con falta de atención en el hogar; si bien esto puede solucionar el problema en algunos casos, más concretamente lo que los niños buscan es una conexión fuerte y estable con su familia.
Cultivar relaciones con confianza es la base para conocer las necesidades y problemas a los que se pueden enfrentar nuestros hijos y para lograrlo es necesario que nos interesemos genuinamente en sus vidas. La forma más fácil de hacer crecer la confianza es involucrarnos en el juego de nuestros hijos, así veremos reflejado todo lo que está pasando en sus vidas.
La forma en que se traduce esto en la práctica es a través de acciones como abrazar al niño en lugar de gritarle cuando vemos que se está comportando mal. A este tipo de prácticas se les denomina Disciplina Positiva y funcionan bajo la premisa de crear conexiones antes de aplicar correcciones.
Las observaciones a esta teoría sugieren que los infantes tratarán de colaborar si perciben que los adultos se preocupan por sus problemas y les tratan con respeto y dignidad. Algunas prácticas de comunicación no verbal que fortalecen estas actitudes son el ponernos a la misma altura que los niños.
¿Qué hacer ante el mal comportamiento
Podemos sentarnos en algún lugar que nos permita esto, o bien, si estamos en un lugar público podemos agacharnos y abrazar al niño con una mirada amable y amorosa. El niño debe sentir que tiene un gran valor y merece amor y reconocimiento.