¿Alguna vez te has preguntado cómo aprende tu hijo o tu hija? Lo primero que debes saber es que antes de comportarnos como seres racionales, somos seres emocionales. Dicho de otro modo: no hay razón sin emoción, y esto no excluye a los niños ni a las niñas.
Al nacer, tenemos el potencial para aprender. El aprendizaje inicia una vez que entramos en contacto con nuestro entorno, con el ambiente y con otras personas. Apenas comenzamos a vivir experiencias directas y repetitivas comienza el largo camino que nos lleva al conocimiento.
El poder que despierta la curiosidad
Precisamente por eso, porque los actos de experiencia son nuestro primer acercamiento hacia un aprendizaje, debemos dar inicio al aprendizaje aprovechando al máximo el interés de los niños y niñas. Es nuestro deber estimular en ellos la curiosidad, ya que precisamente la curiosidad aquella que es capaz de abrir las puertas de la atención.
Promover experiencias directas en las que nuestros niños y niñas vivan, jueguen y exploren es crucial, porque nuestro cerebro construye a partir de lo que percibimos con los sentidos.
¿Cuánto tiempo de concentración tiene un niño o niña?
Los tiempos de atención y concentración dependen de la madurez, de la capacidad de cada niña y niño para controlar su cuerpo y sus decisiones. El tiempo de atención varía dependiendo de la edad, del interés y de la alegría o gusto con el que se aprenda.
La importancia de los sentidos en el aprendizaje
El proceso de aprendizaje inicia a través de los sentidos. Estamos hablando del oído, la vista, el tacto, el gusto y el olfato. Cada persona, a lo largo de su crecimiento, desarrolla más un sentido o un conjunto de sentidos, más que otros, transformándolos así en su herramienta principal de aprendizaje.
Es precisamente por esto que la Programación Neurolingüística nos habla de personas auditivas, visuales o kinestésicas (siendo estas últimas las que prefieren el gusto, el tacto o el olfato como herramienta de aprendizaje y para relacionarse con su entorno).
La información que percibimos a través de nuestros sentidos, es analizada. Es entonces cuando se hace una interpretación más profunda del acto de experiencia: si fue agradable o desagradable, etc. Esta percepción, va formando una imagen de la realidad exterior que nos conduce a la construcción de un APRENDIZAJE.
Toda la información y experiencia que recibimos a lo largo de nuestras vidas, modifica a la persona. El tiempo que conservemos en nuestra memoria la información obtenida, dependerá del interés y el significado que tenga para cada uno de nosotros la experiencia.
Si el aprendizaje se conserva, el niño o niña tiene la posibilidad de almacenarlo en su memoria de corto plazo o hacerlo parte de la memoria operativa de largo plazo.
¿Cómo ayudamos a los niños y niñas a aprender?
En Montessori no solo transformamos la crianza infantil, también promovemos el desarrollo de habilidades más que la cantidad de conocimientos. Partimos del interés y esto es una garantía para desarrollar el gusto por trabajar y aprender.
La experimentación directa con los materiales de desarrollo llevan a los niños y niñas a:
- Observar
- Manipular
- Experimentar
- Ordenar
- Clasificar
- Asociar (con los conocimientos previos)
- Deducir
- Predecir
- Concluir
- Conceptualizar
- Adquirir un conocimiento
De esta manera los niños y las niñas desarrollan capacidad de razonamiento, lógica y capacidad de abstracción. La inteligencia se expresa a través de la habilidad de utilizar el conocimiento adquirido, aplicarlo para solucionar problemas o enfrentar situaciones cotidianas.
Si quieres saber más acerca del método Montessori y cómo puede favorecer la formación y el desarrollo de tus hijos, comunícate con nosotros.