Las emociones son algo que ya viene implantado en el subconsciente de los niños, ellos son capaces de experimentar cualquier sentimiento, sin embargo, por sí solos los pequeños son incapaces de nombrar esas emociones, interpretarlas y manejarlas.
Es trabajo de los padres o tutores del chico, orientar a los niños cuando experimenta una gran variedad de emociones durante el día a día. La forma en que reaccionamos a las mismas afectan en gran manera la forma de ver el mundo de nuestros pequeños.
Dependiendo de cómo los padres o figuras de autoridad reaccionen a las emociones de los niños estos pueden percibir las mismas como buenas o malas. Por ejemplo, de estas reacciones los pequeños pueden entender concepciones como “los niños no lloran” o “las niñas deben ser felices” y provocar que se guarden emociones que puedan perjudicarles a lo largo de su vida.
Algunos consejos para navegar las emociones bajo la premisa de que todos los sentimientos son aceptables son:
Habla sobre las emociones
Cuando sea posible, habla sobre las emociones y hazle saber a tu hijo el nombre de la emoción que está experimentando. Claro que a veces es difícil identificar emociones en alguien que no somos nosotros mismos, pero podemos tratar de acertar.
Cuando veas a un niño a quien le acaban de quitar su juguete zapatear y llorar podemos hacer comentarios como “Estás frustrado porque Anita te quitó tu juguete” o “Estás molesto porque Rosa tomó eso sin pedir permiso” mientras que indicamos la forma correcta de calmarnos y pedir las cosas de vuelta sin hacerlos sentir que sus acciones son erróneas.
Predica con el ejemplo
No hay mejor forma de hacer entender a los chicos cómo manejar nuestras emociones que demostrándolo con nuestro ejemplo. Esto no significa que vamos a hacer una rabieta cada vez que estemos molestos o que lloraremos ante la más pequeña frustración, sino que hablaremos de nuestras emociones de la misma forma que esperamos que lo hagan los pequeños.
Por ejemplo, podemos darle a entender a nuestro hijo que nos frustra que no colabore al vestirse para ir a clases con una frase como “Me está frustrando mucho que no te pongas tus calcetines porque me preocupa que lleguemos tarde a clases”. Esto no solo nos ayudará a calmarnos a nosotros mismos sino que abrirá una plática para discutir tus emociones con tu hijo.
Trata de relacionar el mal comportamiento a los sentimientos
Cuando sea posible, observa el comportamiento de tu pequeño y trata de relacionar el mal comportamiento, rabietas o berrinches a sentimientos que pudieran desencadenarlas. Por ejemplo, si ves que este tipo de comportamiento se manifiesta después de que sus amigos se han ido, o se le ha privado de algo, puedes sugerirlo cuando te acerques al pequeño para corregir su actitud. Si no es lo que tu piensas, este tipo de sugerencias pueden abrir la conversación para que puedan externar lo que realmente les pasa.
Las emociones son todo un reto para las personas de todas las edades, pero si logramos formar niños que puedan manejarlas mejor que nosotros, habremos triunfado. Con el métodos Montessori se busca crear personas independientes no solo en sus acciones, sino con sus emociones y sentimientos.