La educación Montessori tiene décadas de historia. En México, el método se introdujo hace sesenta años y hoy en día, más que nunca, es una pedagogía que se ajusta muy bien a las necesidades de los niños y las niñas, satisfaciendo además las expectativas de los padres. Sin embargo, es normal que por desinformación o por no estar familiarizado con nuestro método de enseñanza, surjan algunos mitos sobre la educación Montessori que hoy nos tomaremos el tiempo de aclarar.
Mito 1: ¿Montessori es para niños y niñas con problemas?
María Montessori (1870-1952) estudió y se graduó en medicina. Hizo sus prácticas médicas en el hospital psiquiátrico de Roma y en aquella época (1896), no había una clasificación de las enfermedades mentales, tampoco estaban separados los adultos de los niños.
El equipo de investigación en el que trabajó, inició su trabajo separando a los niños y niñas de los adultos, lo cual le permitió enfocarse mejor en las necesidades de los pequeños como pacientes. María a partir de sus observaciones llegó a la conclusión de que aquello que había sido considerado como un problema médico era en realidad un problema educativo.
Esos niños al vivir con adultos enfermos habían imitado sus conductas. Además no tenían nada que hacer, estaban entre paredes vacías. Entonces María empezó a estudiar los trabajos de 2 médicos franceses: Itard y Séguin.
Estos especialistas experimentaron técnicas educativas dandole mayor importancia a los 5 sentidos. A partir de sus teorías y la proposición de actividades, María empezó a trabajar con los niños del hospital y poco a poco logró que empezaran a actuar diferente y especialmente, a aprender.
Es muy probable que muchos de estos niños no estuvieran enfermos, pero como los encontraban en la calle solos, sucios, los llevaban al psiquiátrico y ahí los dejaban.
Las primeras actividades que el equipo de investigación propuso fue mostrarles hábitos de higiene y conducta: lavarse las manos, la cara, comer adecuadamente, entre otras cosas.
María les empezó a llevar objetos diversos, para que los tocaran, conocieran y ellos empezaron a hacerse preguntas. Entre esos objetos llevó letras y a los niños les llamó la atención conocerlas, fue así como aprendieron el abecedario y empezaron a formar palabras.
Al cabo de un tiempo leían y escribían, entonces María los inscribió al examen estatal que hacían todos los niños y niñas en Roma. La sorpresa fue que los pequeños al cuidado de María aprobaron ese examen.
Este significativo logro dejó más que demostrada la importancia de la atención, el cuidado, el trato como personas capaces e inteligentes y el cariño que les fue brindado, convirtiéndose cada uno de estos gestos en un factor de cambio. Para muchos de los niños y niñas fue un milagro, ni más ni menos.
Precisamente por esta anécdota, muchas personas llegan a pensar erróneamente que la pedagogía Montessori es para niñas y niños con alguna condición de vida diferente.
Montessori es para todos los niños y niñas, porque no solo es un método educativo. Además tiene un sustento teórico y filosófico en el cual todos los pequeños tienen el derecho a ser vistos con respeto, como personas capaces, inteligentes y transformadoras.
Mito 2: En Montessori los niños y niñas hacen lo que quieren
Por fortuna para todos nosotros, la educación ha evolucionado mucho. Hace más de 100 años defender la necesidad de los niños y niñas de moverse, de tocar, de jugar durante el horario escolar, se consideraba casi subversivo.
En la actualidad las escuelas toman en cuenta los intereses de sus alumnos. Persiguen el objetivo de que la adquisición del conocimiento sea a través de actividades lúdicas y significativas y en buena parte, eso es un legado que le debemos a las investigaciones y al trabajo que realizó Ma. Montessori.
La propuesta revolucionaria es reconocer la vida infantil como una etapa fundamental en el desarrollo y en la expresión del potencial creativo y transformador del ser humano.
Ahora sabemos que las niñas y niños aprenden a través de experiencias directas, que necesitan moverse y usar sus sentidos: ver, tocar, oler, probar, escuchar, para conocer de esa manera las cualidades de un objeto.
Pero los sentidos no solo le permiten a nuestros hijos e hijas aproximarse experiencialmente a ciertas cosas. También usan la vista, el tacto o su audición para conceptualizar su entorno. Lo que es rugoso, liso, frío, caliente, pesado, ligero. Lo que es agradable, conveniente, o desagradable y peligroso.
No hay nada en la inteligencia que no haya pasado a través del movimiento y los sentidos. Entonces, en las escuelas Montessori se promueve que las niñas y niños aprendan a través de experiencias directas. Hay muchos materiales y ellas y ellos pueden elegir con cuál quieren trabajar.
Sabemos que el aprendizaje está ligado a la emoción. Además, sabemos que tiene que ser significativo para que permanezca en la memoria a largo plazo. Es por eso que se les muestra cómo usar el material y se les permite que lo manipulen y que experimenten con él, hasta llegar solos a construir un conocimiento a partir de esa experiencia.
Pueden elegir lo que quieren hacer, siempre y cuando se les hayan mostrado previamente cómo hacerlo. En pocas palabras, pueden elegir el material con el que desean experimentar, con normas muy claras: solo pueden elegir uno a la vez y tienen que regresarlo a su lugar en cuanto lo terminan.
En Montessori hay libertad con límites, una posibilidad que les permite convivir socialmente y aprender a autorregularse en forma individual.
Mito 3: Montessori es una educación elitista
Se llega a pensar que es una contradicción que actualmente las escuelas Montessori sean tan caras y solo algunas familias privilegiadas tengan acceso a ella, cuando las primeras experiencias fueron en los barrios pobres de Roma.
María quería que todos tuvieran acceso a la escuela Montessori, trabajó con el gobierno Italiano de aquella época (Musolini) se dispuso a preparar maestros y maestras, para que fuera una educación pública en Italia, pero su pedagogía basada en el libre desarrollo y expresión del potencial humano, promovía la formación de personas creativas, críticas y transformadoras.
Los intereses del gobierno eran políticos, no educativos. Entonces Musolini al ver que esta educación no promovía la disciplina, la obediencia y el control de las personas, sino todo lo contrario, decidió cerrar todas las escuelas Montessori en Italia y quemar sus libros. Lo mismo sucedió en Alemania y otros países.
María Montessori tuvo que salir exiliada de Italia, se fue a la India a dar un curso y al iniciar la Segunda Guerra Mundial se quedó arraigada en este país durante el conflicto bélico.
Para poder dar continuidad a su proyecto, María recibió apoyo de personas con altos recursos económicos. Se podría decir que eran miembros de la élite en diferentes países. Ellos se interesaron y financiaron las investigaciones de María, además de aportar el capital necesario para abrir escuelas particulares en varias partes del mundo.
En todos estos años los gobiernos no han estado interesados en promover la educación Montessori, lo que lo convierte en un método de aprendizaje privado y como tal, tiene su costo y sus condiciones.
Como puedes ver, nuestro método educativo da lugar a muchos mitos y en numerosas oportunidades fue puesto en entredicho.
No obstante, ver de qué manera la educación convencional ha estado copiando muchas de las actividades y métodos pedagógicos que se ponen en práctica en la escuela Montessori, nos demuestra que hay un genuino interés por imitar el modelo y fomentar en niños, niñas y adolescentes, un aprendizaje experiencial, edificante emocional y racionalmente y sumamente inclusivo.
Si quieres vivir la experiencia de permitir que tu hija o hijo se forme en una escuela Montessori, habla con nosotros. No solo aclararemos todas tus dudas, también te demostraremos con hechos de qué forma nuestro método puede transformar por completo la experiencia educativa.