Vivimos en una época de grandes adelantos y de rápidos cambios, sin embargo, si hay un aspecto de la vida que se mantiene casi igual que hace cien años, es la educación. Pueden cambiar los instrumentos, el nombre de las clases, incluso los métodos, pero la educación sigue siendo la misma en cuanto a la idea que se tiene de ella.
La educación como la conocemos consiste en un profesor que dicta lo que los alumnos deben de memorizar, para que luego el producto de estos aprendizajes debe de verse reflejado en los conocidisimos exámenes. Desafortunadamente, los exámenes son un método muy pobre para evaluar lo que el alumno ha aprendido, además de que estos, a últimas fechas, demuestran incluso tener consecuencias adversas en el estudiante.
Cómo las calificaciones afectan a las formas de aprendizaje
Miedo a fallar
El uso de las calificaciones como método único para conocer el aprendizaje del alumno ocasiona que la presión por obtener mejores notas se vuelva mayor, y cuando los padres son exigentes en exceso con sus hijos, estos pueden desarrollar un verdadero miedo a salir mal en calificaciones, lo que hace del proceso de aprendizaje un martirio y no algo disfrutable ni positivo.
Memoria por encima del conocimiento
Las evaluaciones con calificaciones pueden ser tan estandarizadas que desde la educación básica el alumno se acostumbra a estudiar solo para “pasar” u obtener la nota que desea, dejando de lado el aprendizaje significativo. Esto tiene consecuencia que no se conozca realmente la calidad de la educación, sino de la habilidad memorística de datos aislados.
Baja autoestima y motivación
Los alumnos que obtienen calificaciones bajas suelen compararse con los de notas altas, y si no se tiene un seguimiento o apoyo adecuado por parte de los profesores y padres, esto puede ocasionar que el alumno se sienta menos, e incluso que se sienta incapaz, que dude de sus habilidades, y por lo tanto, que se desmotive de continuar esforzándose.
Educación impersonal e inauténtica
Si bien las calificaciones ayudan a los maestros a tener un estándar y a que evaluar a los alumnos – que pueden llegar a ser numerosos – se vuelva más sencillo y rápido, esto tiene como consecuencia negativa que se lleguen a ignorar las necesidades individuales de los alumnos. Ninguna persona piensa igual ni tiene las mismas habilidades, por lo que ofrecer una sola manera de evaluar y calificar para todos puede llegar a ser inequitativo. Todo alumno merece una educación enfocada en sus formas de aprendizaje personales.
Pocos desafíos creativos
Las calificaciones, como toda estadística numérica, fallan esencialmente cuando se trata de temas de cualidades en vez de cantidades. Esto significa que, estando los alumnos tan preocupados en satisfacer los estándares cuantitativos, el lado cualitativo es hecho de menos, ocasionando que no se le ofrezca a los alumnos el espacio necesario para explorar su lado artístico, creativo y racional, por lo que terminan el curso con una nota pero sin haber ejercitado realmente ninguna habilidad.
¿Qué se puede hacer al respecto?
Países como Finlandia y Dinamarca ya han hecho de lado a las calificaciones como método último de evaluación, y se han colocado en los primeros lugares en niveles de educación en el mundo. Si bien estamos muy lejos de lograr una evolución educativa de ese nivel, el método Montessori busca poner su grano de arena en la educación de los pequeños, buscando que estén obteniendo un aprendizaje significativo en la escuela y no se preocupen meramente en el número que aparezca en una boleta de calificaciones.
Montessori y la educación emocional temprana
Las emociones son una serie de predisposiciones biológicas para la acción. Son impulsos que nos mueven. La información genética de cada persona, el ambiente, la